Martha y Justina, verduleras del
Mercado Rodríguez, colegas y amigas.
“Me levanto 5 de la mañana a recibir la verdura para la venta del día” así lo declara Martha, (verdulera de gorro negro) vendedora de verdura de hace más de cuarenta años, ubicado en el sector final Eloy Salmón del mercado Rodríguez. “El productor llega aquí, por eso es que en este sector se vende más barato. De aquí llevan para abajo, bajan los productos a sus puestos y los venden allá pero a otro precio.”
Doña Martha, de 63 años, relata que el puesto donde actualmente trabaja es una herencia de familia. Su madre antes de morir se lo entregó como fuente de ingresos pero ella desde pequeña ya estaba inmersa en el mundo del comercio, relata que prácticamente creció allí. Al preguntarle si su hija heredará el puesto y la tradición, ella afirma: “En esta época los tiempos han cambiado. Antes si querías podías dejar a los niños correteando por aquí pero ahora ya no se puede, mi hija ya no viene y se dedica más a sus propios hijos. Cuando me muera, otra gente se agarrará este puesto. Hay gente que necesita trabajo, pero este es muy sacrificado”.
Rápidamente la señora de a lado, agrega con tono burlón: “Yo ya estoy vieja y tampoco ya estoy para esto. Generalmente salíamos 3 de la mañana a las 2 de la mañana para agarrar [las verduras] hasta las 5 de la mañana porque todo esto llega a eso de la 1, entonces la que agarra tiene que estar temprano para quedarse desde ahí todo el día”. Afirma que las ventajas de conseguir las cargas de verduras tan temprano, es que son “fáciles de vender hasta la mañana”. El mayor tránsito de comercio se da partir de las 8 de la mañana y empieza a revenderse los productos a las vendedoras que planean quedarse todo el día.
Los precios de la canasta familiar varían dependiendo de la posición en la que se encuentren,
de la calle y de la facilidad de acceso a los camiones productores. Doña Justina afirma: “Los precios aquí son baratos porque a esta calle llegan los productores de Sorata, Alpacoma, Luribay. Terminan de vender sus productos y viajan de nuevo a sus comunidades antes de las 6 de la mañana. A esa hora ya encuentras todo de segunda mano”. Doña Martha agrega que la ventaja de adquirir los productos más tarde, es que no se corre el peligro de ser asaltado por los famosos “taxis blancos” y las pandillas.
“Cuando salimos a recoger las verduras, tenemos que tener mucho cuidado y andamos en compañía, nos protegemos entre nosotros, porque si no nos pueden hasta matar” Afirma doña Martha. Ambas vendedoras relatan que el lugar donde los camiones suelen dejar los productos es un lugar sumamente vacío a esas horas de la madrugada y que muchas de sus compañeras se sienten amenazadas por tal situación. Doña Justina relata que a una compañera cercana, que había llegado a las 6 de la mañana a recoger tomates, sufrió un atraco por parte de una pandilla. Se llevaron todo su dinero, la ahorcaron y dejaron en un callejón sin que nadie se detenga a auxiliarla.
En el mismo sentido, doña Justina relata: “Una joven y sus amiguitas se habían citado en el Mercado Hinojosa para ir al Tejar a agarrar postre. El grupo de amigas dejo sola a la joven en la esquina para que esperara. De repente fue asaltada por un hombre con navaja y al no querer entregar el dinero, fue golpeada hasta desmayarse”. Relata, también, que los vecinos del lugar al verla golpeada y botada en la esquina pensaron que se trataba de un persona drogadicta, pandillera o una asaltante disfrazada por lo que no la auxiliaron.La joven no pudo trabajar durante una semana por las contusiones y falta de dinero.
“Lo peor (de estas situaciones) es la indiferencia de la gente, nadie quiere ayudar por evitar problemas pero a veces es necesario meterse” afirma doña Martha. La inseguridad es uno de los principales miedos que tienen las vendedoras de verdura. Realizando un seguimiento se comprobó que solo tienen dos guardias en todo el mercado para resguardar la seguridad de los compradores y ninguno de ellos trabaja a altas horas de la madrugada en dicho sector. La ruta que recorren abarca de la Illampu a la calle Almirante Grau, ignorando los principales puntos de entrega y movimiento monetario. Al respecto el guardia no quiso hacer comentarios.

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