En el estudio de la raza humana existen demasiadas preguntas
y muy pocas respuestas. Los humanos como investigadores y parte del objeto de
estudio, se nos es muy difícil contestar a preguntas como: ¿Qué hacemos aquí? ¿Dónde
estamos? ¿Qué sentido tiene vivir? ¿Qué nos hace humanos?
Muchas de estas interrogantes fueron contestadas por
nosotros mismos para calmar la sed de curiosidad y darle un sentido a nuestra
vida. Desde tiempos inmemorables la religión fue y ha sido la encargada de
crear en nosotros explicaciones “lógicas” (muchas comillas) sobre nuestras
dudas y nuestros miedos. Cada parte del mundo ha creado su propia explicación
guiada por su cultura, pero todas son similares al situar al hombre en el
centro de la creación. El hombre creo a Dios y lo hizo a su imagen y semejanza,
idéntico a su ser para justificar su ascendencia divina y su “empoderamiento”
en la tierra.
Se dice que: “el ser humano necesita creer en un ser
superior para dar sentido a su vida”… Desde mi punto de vista, hasta el mismo
hecho de no creer en algo, te brinda una creencia.
Mas siguiendo con las respuestas a nuestro existir y
coexistir en este hermoso lugar llamado planeta Tierra, me parece importante
contestar la pregunta: ¿dónde estamos? Este planeta ubicado en el sistema solar
es el único conocido por nosotros donde se alberga vida que podamos reconocer. Está
localizada en uno de los brazos espirales de la Vía Láctea llamado el brazo de
Orión. Somos parte del Sistema Solar, un grupo de ocho planetas, así como de
numerosos cometas y asteroides que orbitan al Sol. Somos el tercer planeta desde
el Sol en el Sistema Solar. Al localizarnos a una distancia lo suficientemente
cálida para almacenar energía y lo suficientemente alejados para no quemarnos
con ella, la vida se hizo propicia.

Esta terminología es muy irónica considerando que los que destruimos el lugar que habitamos, consumimos todo el alimento y energía de cada lugar, nos reproducimos demasiado, y perjudicamos a las especies a nuestro alrededor somos nosotros mismos, los humanos.
Ahora mismo parece demasiado lejano un cambio significativo y mas que todo el vivir en un ecosistema equilibrado. Si nos ponemos a pensar bien, llevamos muy poco tiempo sobre la tierra pero creemos saberlo todo. Quizá los desastres naturales y los cambios climáticos son solo una advertencia de lo mucho que puede pasar en algún tiempo más si continuamos destruyendo lo que tocamos. Quizá la verdadera plaga somos nosotros mismos y por esa razón el planeta quiera librarse de nosotros. Quizá es muy tarde para un cambio y estamos condenados a la muerte. Quizá es momento de afrontar las consecuencias de nuestra existencia empoderada y dueña del planeta. A lo mejor nunca lo sabremos.
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