sábado, 23 de septiembre de 2017

EL FESTEJO DE LA MUERTE

Sorata, ubicado en las faldas del Illampu, es un pueblo valluno a 150km de distancia de la ciudad de La Paz. Este lugar se caracteriza por el clima cálido y la variedad de productos que se cultivan en el lugar. Entre sus costumbres más significativas son las relacionadas con la muerte y la vida.
En este lugar, la muerte tiene un significado muy importante, casi tan importante como la vida. Aquí cuando una persona muere, en el entendimiento popular, no significa que desaparece o se mueve inmediatamente a un plano distinto; en cambio aquí creen que la persona sigue en nuestra dimensión de una manera diferente e invisible hasta que el difunto tenga una santa sepultura. De acuerdo con la creencia, después de la muerte está la vida en el paraíso y el alma encuentra el reposo eterno y el reencuentro con seres amados que partieron antes.
Antes de la sepultura, las personas del pueblo son muy unidas y todos los ritos lo cumplen juntos, donde el funeral es uno de los más importantes. En él se identifican todos los ritos católicos pero con la diferencia que en todo el acto ceremonioso el encuentro de los seres queridos conlleva a una "celebración" donde los asistentes tocan todas las canciones que le gustaban al difunto. Acompañado de bebidas y comidas que también eran las favoritas de la persona fallecida, se trata de amenizar el acto compartiendo historias relacionadas a la vida que tuvo el ser querido. En este rito no faltan las lágrimas pero lo que se trata es de "despedir" el alma en paz, ya que para la creencia, aún se encuentra presente y el ser querido "ve" todo lo que pasa en su partida.
El funeral solo lo practican en las casas. Por su estructura, todas las casas suelen tener a la entrada siempre un salon o un patio muy amplio donde se puede realizar el funeral. Las puertas se abren de par en par y todos pueden acercarse a rezar y acompañar a los familiares del difunto. La comida es preparada por las mujeres de la familia pero cualquier otra puede acercarse a la casa y cocinar también. Las bebidas son responsabilidad de los hombres, pueden ser tanto alcohólicas como no, depende de la preferencia del difunto. La Iglesia del pueblo no se queda indiferente y desde el alba del día del funeral las campanas resuenan tres veces, dándole el aviso general de la pérdida de una persona del pueblo. Las puertas se adornan de flores y la gente que se acerque a rezar es bienvenida con comida y bebida. Generalmente las reuniones son muy grandes y la gente nunca deja de llegar, se vela al difunto por un par de días.
En el pueblo existen varios músicos porque la cultura los incentiva desde pequeños, todos los que se acercan a los funerales son gente aledaña y en general todos se conocen, existe un ambiente familiar donde ninguna pérdida queda indiferente. Según lo investigado en el pueblo no existe un orden predeterminado de músicos que llegan a las casas porque no reciben ninguna remuneración económica, solo la comida y el cariño de la familia. Estos músicos son parientes o amigos donde solo se necesita que lleven su instrumento como una guitarra o charango, un cantante o varios, acordeones y si se puede un bombo. Las canciones que se tocan son generalmente de música folklórica y algunas contemporáneas mientras que sean de agrado de la familia, no se tocan temas bailables, pero si se cantan generalmente acompañado de toda la concurrencia.
Para este pueblo, la música es un componente muy especial, las guitarreadas y concertinas no acaban el momento del entierro sino que acompañan todas las festividades que recuerdan al difunto como su cumpleaños, Navidad, algún aniversario, "Todos Santos", etc. Lo mismo ocurre el día del entierro donde después del funeral la Iglesia toca las campanas hasta que el difunto llega al cementerio (ubicado en la ladera noreste del pueblo). No se utilizan carros fúnebres ya que la geografía del lugar solo permite el traslado a pie en casi la mitad del trayecto.
Este rito sirve para demostrar el cariño hacia el difunto, para consolar a la familia pero principalmente para alegrar la partida hacia el más allá, para que el viaje hacia la eternidad no sea pesado y triste para el muerto, sino para que se vaya alegre y con el consuelo de que sus seres queridos estarán bien su partida. Este rito demuestra la esperanza de una vida mejor después de esta realidad y que la familia estará a su lado a pesar de encontrarse en planos distintos de existencia.

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